4EneEtiquetas en la Infancia - Decomadreo con Rocío Yllas

Etiquetas en la Infancia | ¿Etiquetas Sí o No?

No sé si has tenido oportunidad de ver la nueva película de Disney, Encanto.

Por aquí ya vamos por la tercera, no… por la cuarta… espera, quizás la ¿quinta vez? 

Es igual, unas cuantas. Y es que, honestamente, es una peli de las que merece la pena ver varias veces.

La primera vez fue en el Autocine Race, en el puente de Diciembre. Fue una experiencia fantástica porque fuimos con la Camper y la verdad es que no nos pudo salir mejor.

Aunque hubiésemos visto un fiasco de película, el plan era tan guay, que habría merecido la pena. Pero es que encima acertamos de lleno y Encanto, nos encantó, como no podía ser de otra manera.

Al cabo de un par de semanas, la peli ya estaba en Disney+, y repetimos. Todos. Los 4. 

Los mensajes que se desprenden de esta película son maravillosos, y hay tantos, que no basta con verla una sola vez. Se te escapan muchísimos detalles. 

Porque sí, es una peli para niños, pero la recomiendo a todos los adultos.

Transmite muchísimos mensajes para reflexionar sobre cómo educamos a nuestros niños y si la vemos con la mente y el corazón abiertos, estoy segura de que puede transformar algunas de nuestras creencias, haciéndonos crecer. 

Por eso, y sin querer hacer spoiler, he pensado que sería interesante desgranar los mensajes que he ido captando en esta película para someterlos a lo que más me gusta del mundo: la reflexión. Y si es con vosotras, mucho mejor.

Así que he pensado que, a lo largo de las próximas semanas (y alternado con otros temas, claro), iré compartiendo algunos de los temas principales que se tocan en la película. 

Me encantaría que entre todas la fuéramos completando, así que, si la has visto, ¿qué te ha parecido?, ¿has reflexionado sobre alguna de estas cuestiones?

Las Etiquetas en los niños

El primer TEMAZO que me apetece afrontar es el de las etiquetas. Además, hace muy poco que una comadre me preguntaba en Instagram si estaba etiquetando a su hijo al considerar que podría ser un niño de Altas Capacidades.

Así que os cuento mi punto de vista sobre las ETIQUETAS en la infancia y cómo pueden afectar al desarrollo y a la relación con nuestros hijos.

Es un tema sobre el que se ha escrito y hablado muchísimo. Entendemos por etiqueta ese adjetivo o descripción (subjetiva a veces) que asignamos a una persona y que pareciera que lo define, pero que en realidad sólo es un aspecto de todo su ser. 

Un detalle importante es que no siempre las etiquetas son negativas. Obviamente aquellas que de por sí ya son ofensivas, poca opinión os puedo contar. Restan. Chimpún.

Me quiero centrar en las etiquetas que a priori no describen a la persona (al niño en este caso) de manera ofensiva. 

Pero sí que quizás hay un prejuicio sobre esa cualidad, o que podamos temer que, aunque no sea negativa, encasille a nuestros hijos.

Estas etiquetas, como tantas otras cuestiones, no son dañinas por sí solas. La etiqueta no es mala si no es utilizada con malicia por alguien. 

Por ello, cuando a veces leo o escucho ese “nunca etiquetes a tus hijos”, hay algo que no me termina de sonar bien.

Ya sabéis que no soy muy partidaria de los “nunca” ni de los “siempre” en casi nada. Alguna excepción para tratar temas muy extremos, límites muy muy rojos, puede haber. Pero por regla general, prefiero moverme en los grises. 

Y las etiquetas es una de esas áreas en las que necesito matizar para poder posicionarme. 

Cuando etiquetamos a un niño, podemos estar haciéndole daño. Pero también puede que le estemos dando sentido a alguna de las cosas que le ocurren.

Etiquetar a un niño no tiene por qué ser necesariamente explícito. Es decir, no tenemos por qué comunicarle esa “etiqueta” si no lo vemos necesario, si no va a sumar.

A veces, la etiqueta es una información valiosa para las familias, y que deciden utilizarla sólo en la intimidad para poder crecer, para satisfacer mejor las necesidades de su hijo o hija, para vivir con algo más de calma algunas situaciones…

Ejemplos de Etiquetas

Para aclarar todo lo anterior, voy a tirar de algunos ejemplos:

Si etiquetamos a un niño de llorón, y lo decimos deliberadamente, incluso al propio niño, estamos poniendo una etiqueta que va a condicionar su comportamiento de una forma negativa, sin duda alguna. 

Es despectivo, invalida la expresión de una emoción necesaria y valiosísima, le ridiculiza, y estaremos provocando sin duda alguna, un malestar en ese niño, que manifestará de alguna manera.

Eso es una etiqueta que resta, que maltrata, que no aporta absolutamente nada ni al niño ni a los padres. ¿Acaso te alivia a ti como madre la afirmación de que mi hijo es un llorón?

Ahora imagina que tienes una niña con un comportamiento muy disruptivo, que se pasa el día enfadada y no entiendes nada. No logras comprender qué le pasa. Incluso tienes etiquetas varias como “enfadica”, “amargada”, “inaguantable”, “impertinente”…

Entonces pides ayuda y tras estudiar a fondo su caso te dan una etiqueta que dice “Altas Capacidades” o “Trastorno del Espectro Autista” o “Trastorno por Déficit de Atención” o “Alta Sensibilidad Sensorial”

Son etiquetas, ya que definen un aspecto de tu hija. Pero, ¿qué tenemos aquí? Una explicación al comportamiento de tu hija y por tanto, la posibilidad de conocer mejor su circunstancia, su cerebro, y la causa de esa conducta. 

Y cuando una etiqueta te ayuda a comprender mejor a tu hija, puede ser tu salvación, y la de ella. 

Aquí, la etiqueta suma, te empuja a formarte, e informarte. Y a menudo, también les supone a los niños un alivio saber que son diferentes por un motivo determinado y que esa diferencia no les hace mejores ni peores.

Así que te invito a no demonizar las etiquetas, porque no siempre son malas, esconden mucha información sobre las necesidades de unos y de otros, y esconden algo que nos pertenece y sobre lo que podemos trabajar. 

El truco está en transformar esa etiqueta, (incluso las que pudieran tener una connotación negativa) en un área a desarrollar, a mejorar o simplemente un terreno desconocido sobre el que formarnos e informarnos para ayudarles a crecer.

Un mandón, una listilla, un niño que molesta a los demás, un llorón, un pegón… 

Démosle la vuelta y descubramos que:

  • Detrás de un mandón hay un niño con iniciativa.
  • Detrás de un niño que molesta seguramente hay aburrimiento.
  • Tras un llorón hay un motivo de tristeza o una emoción que necesita ser acompañada.
  • Detrás de un pegón hay un niño con un gran malestar que nos necesita.

El Don como Etiqueta

Pues bien, las ETIQUETAS son uno de los grandes temas de ENCANTO

Están enfocados desde el DON

Varios de los protagonistas reciben un don cuando son pequeñitos, y ese DON, que responde a una habilidad, les acompaña toda su vida. 

Ese DON es una etiqueta impuesta por los adultos y en este caso, encasillan a los personajes, encerrándoles en la jaula de las expectativas.

A partir de recibir el DON, se espera de ellos un comportamiento concreto. Se espera que pongan su don a disposición de los demás, de manera que no queda espacio para dejar aflorar lo que realmente son, lo que de verdad desean.

Su esencia queda enterrada de tal manera que ni siquiera ellos son conscientes de que NO SON EL DON. Como si de robots se tratara, su vida queda condicionada a lo que los adultos, desde niños, les han dicho que saben hacer. 

Cuando tienes un hijo muy inteligente, puede que, de alguna manera, esperes unos resultados académicos concretos. Y cuando esperas esto, aunque no se lo digas, de alguna manera acabamos transmitiéndole a ellos que eso es lo que esperamos. ¿Cómo va a desperdiciar esa inteligencia prodigiosa? 

Y les apuntamos a idiomas, a instrumentos, y a lo que haga falta. 

Y ellos van encantados. Desde pequeños les hemos acostumbrado a desarrollar su talento. Y está bien. Pero… ¿Hemos dejado espacio para que aflore algo más? 

Esa es para mí la pregunta que nos puede hacer crecer… háztela con toda honestidad en función del “don” que sientas que le has otorgado a tu hijo o a tu hija…. Generoso, cariñoso, inteligente, paciente, bueno…  

Las etiquetas no siempre son conscientes. Te invito a revisar si de forma inconsciente hay alguna etiqueta que cuelga de tu hijo o hija.

Las etiquetas no son ni buenas ni malas. Todo depende del uso que les demos.

Las etiquetas pueden cumplir el Efecto Pygmalion, la profecía autocumplida… Es decir, que los niños acaben siendo eso que dice la etiqueta, por el simple hecho de que la pusimos.

Te propongo revisar qué etiquetas tienes alrededor (de ti misma, de tu pareja, de tus hijos…) y que hagas este trabajo de indagar qué hay detrás de ellas, en busca de una Crianza Conectada y positiva.

¿Hay algo de verdad en esta etiqueta? ¿Qué necesidad no cubierta se puede estar poniendo de manifiesto? ¿Puedo transformarlo en algo positivo? ¿Cómo hago que sume?

Llegues a las conclusiones que llegues, este ejercicio y estas reflexiones, merecen siempre la pena… nos hacen crecer, conocer y mejorar.

Gracias por acompañarme en este bello paseo, te leo en los comentarios si te nace compartir tu relación con las etiquetas y cómo las has vivido en tu infancia o cómo lo estás viviendo actualmente con tus familiares.

Recuerda, JUNTAS sumamos!

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