10EneLa Jaula de las Expectativas | Cómo afectan a nuestros Hijos - Rocío Yllas en Decomadreo

La Jaula de las Expectativas | Cómo afectan a nuestros Hijos

No sé si a estas alturas has visto ya la película de Encanto… espero que sí, y que de esa manera puedas compartir conmigo tu punto de vista y podamos reflexionar juntas.

Si te perdiste el primer post, corre a verlo, porque tratamos un tema igual o más importante que el que nos ocupa hoy… fue acerca de “las etiquetas” y cómo pueden, en ocasiones, hacernos un gran favor.

Etiquetas en la Infancia | ¿Etiquetas Sí o No?

En esta ocasión te traigo otro temazo, Las Expectativas

Es uno de los hilos conductores de toda la película, y uno de los temas sobre los que a mí, personalmente, me encanta indagar y trabajar.

Y es que, honestamente, estoy convencida de que las expectativas son una de las principales fuentes de infelicidad, de ansiedad y de tristeza.

Recuerdo perfectamente el día en el que alguien me pidió que escribiera una carta a mi hija, pensando que la pudiera leer dentro de muchos años, cuando fuese adulta. 

Lo primero que me nació escribir fue LO SIENTO. 

Lejos de pensar en culpabilizarme, lo que tenía era la necesidad de sincerarme. 

De contarle cómo idealicé su llegada cuando supe que sería una niña. Que pensaba en nuestra relación madre-hija y me ilusionaba imaginando escenas de unión y conexión, con un “tipo de niña” que encajaba a la perfección conmigo y con mi forma de ver la vida.

Las Expectativas son Jaulas para nuestros Hijos

Tener y transmitir demasiadas expectativas sobre nuestros hijos, les encierra y les anula, porque ya no pueden ser ellos mismos. 

Les dejas un espacio muy limitado en el que moverse para satisfacer y agradar a sus adultos de referencia.

Esto es algo que se aprecia claramente en la película. En este caso, quien sostiene la batuta de las expectativas, es la abuela. Es la matriarca de la familia.

Todos los integrantes viven con cierta presión por lo que la abuela espera de todos ellos, desde que son muy pequeños.

De manera que crecen queriendo agradar y complacer a la abuela, cumpliendo todo lo que de ellos espera la que es su principal figura de referencia.

Es tal la necesidad de los niños por recibir mirada, por ser tenidos en cuenta, valorados y aceptados, que pueden incluso llegar a olvidar quiénes son realmente.

Ejercer y proyectar las expectativas sobre nuestros hijos e hijas, puede tener una de estas dos consecuencias (aquí polarizadas, pero obviamente después está la escala de grises, en la que quizás te visualizas a ti misma, o algún hermano o sitúas a alguno de tus hijos):

Es posible que la necesidad de agradar y de no decepcionar sea la más predominante

En ese caso, tendremos niños y niñas sumisos, camaleónicos, adaptables. Son esos niños “buenos y obedientes”, que acatan las normas, responsables. 

Niños que siempre han alcanzado los estándares que se les exigían, que se esfuerzan en agradar y en alcanzar esa meta que les han impuesto.

O puede que esa niña o ese niño no acepte vivir con la presión de la expectativa que se tiene sobre él, y decida romper con ello. 

Tendremos un niño o una niña rebelde, con carácter, que tienen una actitud retadora, con mucha personalidad. Puede que enfadados, protestones, “desobedientes”, e incluso impertinentes o maleducados.

En cualquiera de los dos casos, hay una “manipulación” del SER.

Nos convertimos en alguien por cómo hemos vivido la expectativa que se tenía de nosotros. 

En este caso del largometraje de Disney, las expectativas van muy ligadas a los dones que tiene cada uno de los niños de la familia

La fuerte, la perfecta, la que no tiene nada especial…

En los 3 casos responde a un don que se asigna a cada niño y que les acompañará durante toda su vida para poner esa fortaleza o esa habilidad, al servicio de los demás. 

Y es que, tristemente, las expectativas aumentan cuanto mayor es el rasgo en el que un niño destaca. Es decir, vamos creando expectativas más grandes cuanto más capacitado o habilidoso vemos a nuestros pequeños.

Los niños con una inteligencia superior (Altas Capacidades), o con una aptitud especial para algún deporte, o que han sido precoces en la lectoescritura… Niños y niñas que bailan, o cantan de manera extraordinaria, o sacan unas súper notas… El adulto acaba creando unas expectativas sobre ellos

Es como si, al descubrir las excepcionalidades de nuestros hijos, ya esperásemos un mínimo a cubrir que suele posicionarse bastante alto.

Llega un momento que nuestra satisfacción por verlos cumplir eso que esperamos se pone de manifiesto de manera muy explícita. 

Nuestros niños y niñas lo perciben, lo sienten y lo ven… y ellos también logran sentir la satisfacción de alcanzar esa expectativa. 

Por lo que más se esforzarán en seguir cumpliéndola.

Este círculo vicioso puede terminar en un verdadero drama en el que el niño siente muchísima presión y no quiere decepcionar a los adultos que le rodean, y esos mismos adultos entran en un nivel de exigencia que ahoga al niño.

Perdiendo finalmente el foco en lo importante, y era que el niño pudiese disfrutar con ese don, hasta donde él o ella quisiera, con unos adultos a su lado que le acompañasen en ese camino desde el respeto y la admiración, sin esperar más de lo que estuvieran dispuestos a dar.

No olvidemos que, además, en muchas de estas expectativas, lo que se esconde debajo es la propia frustración del adulto por no haber logrado ser lo que de sí mismo se esperaba cuando era niño.

Y así perpetuamos, sin ser conscientes, las cárceles de las expectativas. 

La crianza es muy difícil, eso es innegable. Y cuando queremos vivir una Crianza Conectada, es aún más complicado. 

Por eso mi invitación aquí es a poner el foco en disfrutar de lo que es hoy y ahora y trabajar muchísimo la aceptación… la de nuestros hijos y la nuestra. 

Espero que te haya servido mi reflexión para desarrollar la tuya propia acerca de este tema, tan cotidiano y tan complicado. Pero tan necesario a la vez.

Gracias como siempre por ser, por estar y por acompañarme.

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