12May

Maternidad Desconectada | Desconexión con nuestros Hijos

¿Qué es realmente la Desconexión?

La desconexión con un hijo o una hija es algo que solo sabe lo que es y lo que duele quien lo ha sufrido. 

Es como la maternidad… ¿Verdad que a menudo nos encontramos con ese comentario de “era la mejor madre del mundo hasta que fui madre”?

No es que quien no ha sido madre no sepa absolutamente nada sobre maternidad, de la misma manera que no digo que quien no ha sufrido una desconexión con un hijo, no sabe nada del tema.

Pero la realidad es que sentirse DESCONECTADO de un hijo es tremendamente duro y como todas las circunstancias complicadas que atravesamos, a veces el apoyo que necesitamos cuando nos encontramos ahí va más allá de un simple consuelo.

“Son rachas, ya pasará”.

“Uf, a mí me pasaba igual, pero cuando dejan de tener rabietas ya es otra historia”.

“Yo también los tiraría por la ventana pero después es que son mi vida”.

“Hombre, es que la maternidad no es de color de rosa”.

Este tipo de frases y otras tantas que podría añadir son las que a una madre o a un padre que está profundamente desconectada de alguno de sus hijos, no nos ayudan en nada.

Porque no son las rabietas, ni es una etapa complicada. 

Es un sentimiento que se instala en nosotros que hace que, a pesar del gran amor incuestionable que sentimos por ellos, no nos gusta cómo son, o sentimos que no les soportamos. Es un “no me apetece estar con mi hija”, como fue mi caso, que va más allá de “no me gusta estar con mi hija en este momento”.

Cuando nos sentimos desconectados de nuestros hijos, no hay intimidad emocional, no hay un contacto físico que te llene de amor, no hay risas, o no las que debiera, no hay aceptación.

Y estos sentimientos de rechazo son muy muy dolorosos. No es solo un tema de culpa… es desaliento, desesperación, incomprensión…

Y a menudo nos llega el bloqueo.

En mi caso, la desconexión fue de mi hija mayor. Todo fue maravilloso y entre los 2 años y los 3,5 años, la relación comenzó a complicarse. 

Veía una niña que se enfadaba constantemente, por todo y con todos. Con mal humor generalizado y con la que parecía que ya no había ratos de disfrute, sino que todo era un enfrentamiento

Esta dinámica fue creciendo hasta que un día busqué ayuda.

No me apetecía estar con ella.

No me sentía cerca de ella emocionalmente y comenzaba a vivir situaciones en las que pensaba que, si no estuviera ella, hubiera logrado disfrutar del momento.

Además, nos arrastraba a todos, y acabábamos con mal ambiente, con tensión, todos contagiados de este mal humor.

¿Por dónde empiezo?

Si sientes que estás viviendo una maternidad desconectada, lo primero que necesitamos tener en cuenta es olvidarnos de nuestros hijos. 

Ellos no son el problema de la desconexión

No es una frase hecha… el FOCO HEMOS DE PONERLO EN NOSOTRAS

Cuando sufrimos esta desconexión de nuestros hijos, SIEMPRE se debe a que hay algo que NO HEMOS ENCAJADO. 

En cada caso será un aspecto distinto. Pero descubrirlo es maravilloso. 

Así que comenzar a mirarnos a nosotras mismas para descubrir quién soy en este momento de mi vida, qué necesito, qué es lo que no me gusta de mi vida, qué es lo que sí me gusta. 

Descubrir mis anhelos, mis objetivos de vida… 

Este proceso de autoconocimiento real es el que nos va a llevar a descubrir los siguientes pasos a seguir.

A menudo creemos que la reconexión con nuestros hijos vendrá simplemente de hacer las cosas distintas con ellos, de pedirles con amabilidad que colaboren y de esforzarnos por hacer una escucha activa.

Pero no… ojalá fuera así de fácil, la maternidad desconectada hay que trabajarla.

Así que, si tuviera que decir cuál es el primer paso hacia la reconexión, o al menos un paso imprescindible para dar de forma simultánea al resto del proceso, sería mirarnos, cuestionarnos e indagar todo lo que no está colocado en mi vida.

No siempre vamos a poder hacer los cambios que queremos, o al menos no de forma inmediata. Pero desde luego que descubrirlos, nombrarlos y tenerlos presentes, serán un gran punto de partida.

Este proceso podemos hacerlo solas o acompañadas.

A veces el bloqueo que tenemos hace que no seamos capaces de tener un punto de luz en el camino. 

Si estás ahí, si en tu maternidad se ha instalado la desconexión, si sientes una maternidad desconectada, pide ayuda. Estos son los cimientos.

TÚ eres los cimientos.

Pasos hacia la Reconexión:

Una vez nos ponemos en marcha para mirarnos, conocernos y atendernos, podemos hacer cositas con nuestros hijos que poco a poco vayan labrando el camino de la re-conexión de nuestra maternidad desconectada.

  • Comunicarles nuestras intenciones. 

Es tremendamente agradable que alguien te diga que quiere cambiar la forma en la que te trata, que quiere reducir los conflictos que existen entre vosotros o que necesita conectarse contigo. 

Comunicando esto a nuestros hijos conseguimos un doble efecto:

  • Reciben el mensaje de “yo importo, yo valgo”.
  • Están preparados para esos posibles cambios.

Si no les advertimos, corremos el riesgo de confundirles.

  • Definir los cambios:

Es de vital importancia tener claros los cambios que queremos hacer. 

A veces sabemos que la crianza que estamos llevando a cabo no nos gusta, que no es buena para nuestros hijos y que no nos hace sentir bien.

Pero esto no es suficiente para cambiar las dinámicas familiares ni para conectar. 

Es necesario detectar qué es lo que queremos cambiar.

Para ello, os invito a poner el foco en lo que sí queremos conseguir, en lo que sí queremos lograr y no tanto en lo que no hacemos bien o lo que no queremos repetir. 

Por ejemplo:

  • Quiero hablar a mis hijos con un tono de voz más agradable.
  • Quiero poner en práctica otros recursos alternativos a la amenaza.
  • Quiero pasar más tiempo individual con cada uno de ellos.

Tener una lista definida de todo lo que queremos lograr, nos ayudará a no abrumarnos. La idea es que podamos ir poco a poco enfocándonos en las distintas “tareas” que nos hemos ido proponiendo

Con el paso del tiempo, podemos ir revisando para felicitarnos por todos esos cambios que ya hemos logrado hacer y detectar dónde podemos estar necesitando poner más foco, o pedir ayuda…

A veces tenemos una relación difícil con uno de nuestros hijos y el motivo principal que nos hace desconectar en todo lo demás es uno. Por ejemplo: nos peleamos cada día por los deberes.

Este distanciamiento afecta al resto de la relación.

Ya no me sale pedirle las cosas bien, me contesta mal, no quiere colaborar en nada…

Nos metemos en un bucle en el que acabamos perdiendo de vista el origen de toda esta desconexión. La maternidad desconectada comienza con una semilla, el origen siempre es concreto, pero se acaba contaminando toda la planta. 

Si hacemos la lista que os he propuesto anteriormente, podremos detectar al cabo de un tiempo que he avanzado mucho en cómo me dirijo a él, que ya no salto por todo, que soy capaz de comprender muchas de sus necesidades, pero que, con los deberes, seguimos teniendo un problema.

Ok, me centraré entonces en cómo limar esta dificultad (pido ayuda, llego a acuerdos, buscamos apoyo, se encarga otra persona, cojo unas asesorías concretas para este tema…).

  • Compromiso.

Tras hacer esta lista, es necesario que podamos adquirir un compromiso

Comentar a nuestro alrededor (pareja, abuelos, los propios hijos) eso que quiero lograr hará que no me relaje ante la primera dificultad. 

Además, al compartirlo con los demás, puedes también pedir su apoyo, o incluso que te avisen si creen que estás desviándote de tu objetivo. 

A tu pareja: “quiero utilizar otros recursos distintos a la amenaza para pedir colaboración a los niños, y me encantaría contar con tu ayuda. Si escuchas alguna amenaza, ¿me avisas con mucho amor de que estoy utilizándola? En el mismo momento, si ves que es una buena idea, o después por la noche… quiero ser muy consciente de ello. Gracias.”

A tus hijos: “quiero hablaros en un mejor tono, así que voy a poner todo de mi parte. ¿Me avisaréis con un gesto si sentís que empiezo a gritar? Y vosotros, ¿me ayudáis con este propósito y nos hablamos todos mejor?”

  • Decisión y acción.

Ni que decir tiene que todo lo anterior no serviría de nada si no tomamos la firme decisión de cumplir con nuestro compromiso y logramos tomar acción.

Tened en cuenta que, si queremos resultados distintos, tenemos que HACER cosas distintas, por lo que este es el punto más importante… HACER.

Y además de todos esos cambios que hemos definido anteriormente, la reconexión con nuestros hijos pasa por HACER cosas distintas. Con nosotras, con nuestra pareja y con nuestros hijos e hijas.

Algunas de esas ayudas que podemos añadir para lograr re-conectar son:

  • Código SOS

    Cuando alguno se encuentre mal, dentro o fuera de casa, puede hacer una señal que hayáis acordado previamente a través de la cual nos indican que necesitan contarnos algo en privado.

  • Intimidad

    Anécdotas de cuando erais pequeños (de mamá, papá, tíos, abuelos…). Podéis escoger esta actividad como ritual nocturno, o en las sobremesas. Les encanta.

  • Tiempo de calidad

    En exclusiva, si se puede, o todos juntos, no pasa nada. Pero seleccionar momentos en la semana en los que vas a apagar el móvil y vas a dedicarte a hacer alguna actividad con ellos: un bizcocho, juegos de mesa, o una excursión.

  • Jugar

    Es algo que nos cuesta mucho a muchas familias. Tanto se nos limitó el juego cuando fuimos niños que ahora se nos ha olvidado cómo se hacía, o hemos desconectado completamente de esa habilidad innata. Mi propuesta es que asignes ratos a la semana en los que te permitas jugar. Una recomendación: cuéntales que se te ha olvidado cómo se hacía eso de jugar y que como ellos son expertos, que te enseñen. Se sentirán genial ayudándote a disfrutar… y tú déjate llevar.

  • Diario compartido

    La información que les falta a los niños, ellos solos la rellenan. Y a veces su lógica privada les lleva a llenar huecos desde el “yo no importo”. Cuando están separados de nosotros, sobre todo los más pequeños, no saben qué estamos haciendo nosotros en ese tiempo en el que ellos están en el cole o en casa de los abuelos. Comparte tu día de alguna manera con ellos, y así, además, conseguiremos que ellos también tengan ganas de compartir lo que le ha ocurrido en tu ausencia. Recomendación: compra un diario bonito para compartir. Escribid cada día, lo mejor y lo peor de tu día de trabajo o de tu cita con papá o con las amigas. 

Recuerda no perder el foco en que los cambios que quieres ver en tu hijo o hija.

Esa actitud colaboradora que brilla por su ausencia, o esa felicidad que últimamente no le acompaña, o esa calma que sientes que tanto necesita, solo podrás lograrlo si tú haces cambios en tu propia gestión emocional, en tu actitud y en tu mirada.

El ambiente familiar tóxico puede instalarse en nuestro hogar casi sin darnos cuenta, y solo los adultos tenemos la responsabilidad de cambiar esta inercia.

Un buen punto de partida para comenzar a sanar esta maternidad desconectada puede ser el Taller “El mal comportamiento. Mejora el ambiente familiar”. En este momento las inscripciones para el Piloto están abiertas. Solo se celebrará una vez al año (en vísperas de las vacaciones de verano).

¿Te apuntas?

Maternidad Desconectada: ¿por qué me siento alejada de mis hijos?

Os dejo por aquí también este vídeo para que entendamos un poco mejor por qué a menudo nuestra maternidad es tan difícil:

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